Fueron tres días en donde las palabras identidad, derechos, ausencia, búsqueda, responsabilidad, pacto de silencio, sonaron en las aulas de la FCC. [28.08.2019]
Es que, durante las Jornadas de Derechos Humanos, Identidad Biológica y abordaje periodístico que se desarrollaron durante la semana pasada en la FCC, las problemáticas afloraron, crudas, con la presencia de personas que las vivieron en carne y hueso y que estuvieron en la Facultad para contar, concientizar y, sobre todo, informar sobre derechos, porque cómo dijo al pasar uno de los panelistas, “necesitamos avivar” a las personas para que, frente a determinadas situaciones traumáticas, sepan los asisten derechos y que el Estado debería garantizar.
Durante tres días, Trinidad Trejo Juárez, delegada en Córdoba de la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural; Nilda Gómez, madre de Mariano Benítez, muerto en Cromañón y titular de la ONG "Familias por la Vida"; Alberto Lebbos, padre de Paulina, estudiante de Comunicación desaparecida y asesinada Familiares de la víctimas de la Impunidad Tucumán; Roxana Leiva y Karina Otárola, integrantes del colectivo Nosotros que lucha por la recuperación de la identidad biológica de personas. Todos trabajan en relación con la RETIB, Red de Trabajo por la Identidad Biológica, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Las actividades fueron de libre acceso y gratuitas.
“La Red, en su gran mayoría, está integrada por gente que, ya venía de la gestión anterior y que atendía casos de búsqueda de la identidad biológica de personas sufridas fuera del contexto de la dictadura militar”, apunta Trinidad Trejo. Esas personas no encontraban un espacio o una red que acompañara sus inquietudes. La creación de la RETIB tuvo, entre otros, buscar reparar esa situación.
En Córdoba, desde la década pasada, la tarea de la búsqueda de la identidad biológica de personas avanzó, entre otras, por la tarea de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia. “Cuando empecé mi búsqueda, no existía esta ayuda, esta contención de la gente de la Red. Entonces la hice con la ayuda de organismo de derechos humanos de la provincia y del poder judicial”, cuenta Roxana Leiva, que como parte de la red integra Nosotros, un espacio que agrupa a personas que buscan su identidad en Córdoba.
“Después de tanto buscar, un día pude encontrar a mi mamá. Y al tiempo sentí la necesidad de hacer algo para ayudar, porque hay muchos que siguen buscando”. En 2014, primero a través de redes sociales y después con la colaboración de la Delegación Córdoba de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Leiva motorizó la formación del Colectivo Nosotros.
En Nosotros, madres buscan rastros de sus hijos. E hijos que buscan madres. Buscan romper con pactos de silencios que les impiden ejercer plenamente su derecho a la identidad, como Carina Otárola, que nació en 1976 en Morón, Buenos Aires y fue adoptada por una familia cordobesa. Su búsqueda sigue, por más que se haya sometido a tres cotejos de ADN a través del Banco Nacional de Datos Genéticos. Al parecer, su caso, no tendría que ver con la desaparición de bebés durante la última dictadura.
Son cientos los que siguen buscando a través de la RETIB y, para ellos, que se conozcan sus historias, que se difundan sus búsquedas es fundamental. “Para esto necesitamos de los comunicadores, primero que nada, para que se conozca la problemática”, apunta Otárola.
Otros casos
En casos como los de Cromañón, por las características del hecho, los medios difundieron ampliamente. Sin embargo, cuando el proceso de búsqueda de justicia, se inició, para Nilda Gómez, las coberturas comenzaron a hacerse parciales, culpabilizando a las víctimas y protegiendo a los responsables políticos.
“Nosotros tuvimos justicia, pero tuvimos que golpear puertas, patearlas, literalmente. Enfrentarnos literalmente con los jueces, literal,” afirma Nilda Gómez.
En muchos casos, sobre todo en las ciudades del interior, el rol de los medios suele proteger al poder político. Lo afirma, con conocimiento de causa, Alberto Lebbos. Su cuerpo lleva las marcas de esa memoria. Durante años los medios tucumanos no le dieron cobertura a las marchas que en reclamo de justicia por Paulina, su hija, se hacían semanalmente. “Sabés por qué no salía nada, porque el gobierno provincial y el gobierno nacional no dejaban que saliera. En estos momentos están condenados por encubrimiento agravado, en un juicio que se ha hecho después de 13 años del hecho, el que era Secretario de Seguridad de la provincia y los que eran Jefe y Sub jefe de policía y el que era jefe de la regional de norte durante el gobierno de Alperovich”, se lamenta, Lebbos.
Tanto Alberto como Nilda siguen comprometidos con las luchas y búsquedas de otros. “Porque en definitiva lo que nos da un poquito de paz es la justicia. No hay paz si no hay justicia. Pero esa paz que se saca de los tribunales. Porque la otra paz, la de adentro, las entrañas, el agujero, crece día a día porque te despertás y tu hijo no está en tu casa,” dice Gómez.
Ausencias. Ausencias de derechos. Derechos que debió garantizar el Estado. Historias no contadas o contadas a medias. Muertes invisibilizadas. Dice Alberto Lebbos: “La gente, en general, aprendió mucho en estos años. Aprendió el valor de la visibilidad porque sabe de la relación íntima que hay entre la impunidad y la invisibilidad. Con decirte que allá en Tucumán se llega a un extremo que, cuando sucede un hecho, la gente antes de ir la policía o a la fiscalía quién crees que va a buscar: a los medios."
La responsabilidad de medios y periodistas en la difusión de cada historia, de cada momento en que los derechos están ausentes queda planteada; una discusión queda abierta. Los disertantes tienen claro que los grandes formadores de opinión son parte de un negocio cuyo objetivo es vender. La pregunta que queda planteada frente al aula es si el derecho a comerciar con la palabra puede primar sobre la idea de contar una verdad, donde ponga en vigencia la posibilidad de recuperar y poner en práctica un derecho.